miércoles, 31 de julio de 2013

Encuentros: crónicas de nuestro primer mes en las Islas Filipinas.


“Encuentros”

Después de las emotivas despedidas; literalmente una vida nueva. Salir del País toda la familia, cuatro hijos adolescentes. ¿Una locura? ¿Qué nos espera? ¿Cómo será esto? Cuantas preguntas en nuestra oración durante el viaje.



Que hemos encontrado, cuales son las respuestas que vislumbramos a algunas de las preguntas:
La alegría de encontrar amigos.
Al llegar al Aeropuerto de Cagayan,  una fila muy larga para llegar a migración, y por fin pasamos, la única pregunta. ¿Por qué están aquí? Respuesta sencilla: somos una familia misionera. Al salir después de recoger el equipaje sorpresa, una bandera de México muy grande y rostros que para nosotros son muy familiares, estaban ahí misioneros que estuvieron algunos años en Puebla: David Rolo y Lucio Arellano que gusto ver personas que conoces y estimas, también estaba Vic misionero Filipino que conocimos en un viaje a Colombia y Jojoy matrimonio que estará en el curso de formación y que conocimos en Octubre pasado. Dios nos permite encontrarnos en un lugar tan distante y experimentar la alegría de volvernos a ver, la sensación de una bienvenida muy cálida no solo por el clima.  Al día siguiente iniciamos el día con una eucaristía de bienvenida, Cristo el Maestro esta aquí también a quien conocemos y amamos, quien nos conoce mejor que nadie nos recibe en Filipinas y nos asegura que estará con nosotros.



Verbum Dei. “mi Padre, mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra”
Los primeros días tanto en Cebú como en Cagayán fueron de encuentros, con los misioneros y misioneras que están realizando su misión también en Filipinas y al mismo tiempo con los discípulos que participan en la familia Verbum Dei. Tantos kilómetros de distancia de México, un lenguaje que no comprendemos, una cultura y costumbres tan diferentes y sin embargo una sensación de sentirte tan cercano, compartimos la experiencia del Encuentro con Dios a través de su palabra, el deseo de seguirle. Entonces tanto en común, un Carisma con las mismas raíces. Fueron encuentros que podemos describir como muy alegres y con mucha mucha comida. Realmente un alimento para el espíritu ver sonreír a las personas y experimentarte acogido y amado por ellos aunque apenas te conocen, solo por el hecho de venir en nombre de Dios.
La cultura Filipina no es hasta lo que alcanzamos a percibir en este momento como la de Puebla donde había abrazos y besos al por mayor cuando nos encontrábamos y saludábamos, aquí hay una respetuosa distancia que al principio parece fría, pero que poco a poco nos permite descubrir una calidez que no es solamente física o externa sino que es muy profunda que sale del interior.


Haciendo un paréntesis en un principio no me gustaba mucho la idea de durante la misa a la hora de la paz no dar la mano como lo hacemos en México, pero ahora veo algo diferente no nos damos la mano como signo de paz, pero nos miramos a los ojos y hacemos una reverencia, guaau, ahora me parece un signo tan profundo, ya que en México muchas veces nos damos la mano pero no nos miramos a los ojos, puede ser que tengamos contacto físico pero no toquemos el alma.



Encuentro con una Iglesia al servicio de los hombres.
Visita al Arzobispo de Cagayan Mons Antonio Ledesma. Quiza este es uno de los encuentros que más nos han marcado. Todo fue al parecer muy casual, estábamos en las oficinas del arzobispado por cuestiones de trámites para la visa de residentes, cuando llego el Arzobispo y nos saludo, interesado por quienes éramos. La cuestión es que al explicarle que somos una familia misionera, se intereso mucho en conocer a nuestros hijos y nos pidió le visitáramos a los dos diás.
El día de la cita llegamos a sus oficinas y al ver a los hijos y que estaban un ”poco”  inquietos nos pidió mejor pasáramos a su casa y nos llevo a su comedor, nos sentó a la mesa y se puso a servirnos, algo de tomas y algunas galletas y frutas. La experiencia del evangelio. “yo que soy el maestro, no he venido a ser servido sino a servir” fue un encuentro de una calidez humana verdaderamente evangelizadora, estuvimos platicando de la familia, de los retos de la Iglesia en Cagayan.  Muy diferente a lo que vivimos muchas veces en otros lugares.




Experimentamos una invitación a vivir nuestra misión de la misma manera, al servicio de los Filipinos, un pueblo pobre y que sufre mucho la desigualdad.


viernes, 26 de julio de 2013

Mira que todo lo hago nuevo. (Primera semana en Cagayan de Oro).



Compartimos una crónica de algunos de los aspectos que hemos vivido la primera semana, esperamos pronto poder compartir sobre la comunidad Verbum Dei en Filipinas.

Tenemos una semana y dos días en CDO, estamos ya en Filipinas, no como quien viene de turista y solo ve una parte de la vida y de la cultura. Estamos aquí para vivir en esta ciudad, por lo que hay que integrarse al ritmo de cada día, escuela, mercado, necesidades básicas, casa y todo lo que implica etc.  Vibrar y vivir con el pueblo Filipino.

La primera semana, todo es nuevo, los sentidos se concentran en aquello que se percibe diferente y quizá dentro de lo que se percibe diferente en lo que parece algo difícil, un reto, que implica adaptación por que se vivía y percibía diferente.



¿Qué es lo que mis sentidos han captado con mayor intensidad?
La vista: gente, gente, gente mucha gente en las calles caminando, en el transporte público que son triciclos, motorelas, jeepney, carros. Suena como algo básico de cada ciudad, pero impresiona ver la cantidad de vehículos y personas cruzando las calles y caminando por ellas, pareciera que sin ningún orden. Nuestros hijos han dicho más de algunas vez impresionados. ¿Cómo es que no chocan , o atropellan a alguien?  Por otra parte impresiona ver miseria y mucha pobreza, en mucha gente en los mercados y las calles.



Oido: Un lenguaje que no comprendemos. El dialecto que se habla aquí es el cebuano o Visaya. En todos lugares lo hablan entre ellos, solo cuando se dirigen a nosotros como extranjeros, nos hablan en inglés. Que diferente y cuanto puede llegar a ser una barrera para comunicarse el hablar lenguajes diferentes. Al final del día en casa experimentamos cierto descanso cuando por fin solo hablamos y escuchamos el español.

Olfato: Vivimos cerca de uno de los mercados mas grandes de la ciudad “Cogon Market” asi que tenemos que pasar por ahí todos los días para ir a la escuela de los hijos.  Olores muy intensos sobre todo a pescado seco, y otros más me imagino que de especias o comidas que aun no conocemos.

Piel:  El calor puede llegar a ser agobiante en muchos momentos del día, para nosotros esta significando un cambio realmente fuerte, venir del clima de Puebla al clima ahora de Filipinas, con un porcentaje de humedad muy elevado. Caminamos un poco y estamos sudando, lo más importante al llegar fue buscar ventiladores para poder dormir.

Para mí ha sido también muy nuevo, la manera de transportarse, en motorela  y en jeepney, parece que va lleno y ¡sorpresa! Caben seis mas y sentados todos, ¡impresionante! De hecho aquí entre los misioneros se dice ¿Cuántas personas caben en un jeepney? Respuesta: uno más.






Después de una semana los sentidos se van acoplando y comienzamos a ver que hay cosas más allá de las aquellas en las que los sentidos se habían centrado, comienzas a ver el rostro de la gente y a identificar en ellos hermanos hijos de un mismo Padre, por quien quiere que entreguemos la vida, ves y percibes con fuerza su fe, su generosidad y espiritualidad manifestada muchas veces en  una actitud muy notoria de servicio. Es impresionante a pesar de la barrera del lenguaje que hay muchas cosas que se trasmiten con actitudes y que tienen mucho más fuerza que las palabras.

Este es el pueblo en el que Dios ahora nos ha sembrado y espera que demos frutos. Esta es la tierra que nos pide trabajar para manifestar el reino.




jueves, 25 de julio de 2013

¿Qué trascendencia tiene este proyecto misionero?


Asia es el continente más vasto de la tierra y está habitado por cerca de dos tercios de la población mundial,  China e India juntas constituyen casi la mitad de la población total del globo. De esta población del continente asiático solo el 2.9%  es católica. El Papa Juan Pablo II en su encíclica “Ecclesia en Asia” escribe la importancia del trabajo pastoral en este continente: “Los pueblos de Asia necesitan a Jesucristo y su Evangelio, dado que ese continente tiene sed del agua viva que sólo Él puede dar (cf. Jn 4, 10-15). En estos países orientales está más acentuado el tema del encuentro vivo del cristianismo con las antiguas culturas y religiones locales. Éste es un gran desafío para la evangelización de este siglo”.

Filipinas es un país conocido como “la puerta a las misiones en Asia” porque es el que cuenta con el mayor porcentaje de católicos y desde ahí, se forman evangelizadores para llevar la Palabra al resto del continente asiático. La Fraternidad está presente en Filipinas desde el año 1975.


En coordinación con los misioneros, misioneras y laicos de la Familia Misionera Verbum Dei de Filipinas, realizaremos un trabajo en equipo, para formar matrimonios misioneros filipinos que puedan estar disponibles para realizar el mayor bien que se puede hacer al continente asiático: Evangelizar.


Fam. Martínez Ochoa con el Arzobispo de Cagayán, Antonio Ledesma.


“La mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas in veritate, 8)”. Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2013.

¿Qué estamos haciendo en Filipinas?



En los últimos 11 años estuvimos evangelizando en la ciudad de Puebla,  México. Pero decidimos “ensanchar el espacio de nuestra tienda” para compartir con nuestros hermanos asiáticos la Palabra de Vida. Hace muy poco tiempo que llegamos a este lugar.



Salimos de México El dia 24 de junio y llegamos a Filipinas el 28 de junio del 2013.  Nuestro mayor deseo es vivir el Evangelio como familia cada día, desde las luchas cotidianas y retos que esto implica.  Nos ilusiona compartir con nuestros hermanos  la Palabra de Dios y formar personas que quieran dedicarse a evangelizar en su propia cultura y en su propio lenguaje.






Tenemos apenas un mes fuera de México y  por ahora. Nos encontramos apenas conociendo la cultura filipina, aprendiendo inglés y el dialecto visaya, que es lo que se habla en esta zona de Filipinas. No ha sido nada fácil porque el clima es muy caluroso y en momentos del día el sol pega fuertísimo, la alimentación es a base de arroz blanco, los horarios en las escuelas son muy diferentes a los de México, la vida en familia cambia, hacer las compras en el mercado es completamente diferente. Es más, el simple hecho de trasladarse por la ciudad cambia, porque el transporte público es tan diferente al que estábamos acostumbrados en México.  Por lo tanto, ahora nuestra misión es “grano de trigo” enterrándonos, tratando de entender la cultura, para poder amarles como Dios les ama.


¿Quiénes somos?


Hola, somos la familia Martínez Ochoa, nacimos en México y somos miembros de la Familia Misionera Verbum Dei desde el año 1994.  Por ahora, nos encontramos evangelizando en la Isla de Mindanao en Filipinas, en la ciudad de Cagayán de Oro.  Nuestros nombres son Alfonso y Adriana. Tenemos cuatro hijos: Alán de 19 años, Yael de 17, Tere tiene 15 y Juan Pablo 13 años.

Conocimos la comunidad Verbum Dei cuando teníamos un año y medio de casados y sólo teníamos a nuestro primer hijo, recién nacido.   En la comunidad hemos aprendido a dialogar con Dios a través de la meditación diaria de Su Palabra. Desde el primer momento en que nos encontramos con El de esta forma, recibimos la llamada para seguir a Jesús, a través de dos pasajes de la Biblia:
 Lc. 5, 4-11  “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca (…) y dejándolo todo lo siguieron”
Rom. 10,14: “¿Cómo creerán si no hay quién les predique?

Gracias a estas dos citas bíblicas, entendimos que el Señor nos llamaba para evangelizar. Mi esposo es médico y yo periodista, y deseábamos hacer algo por los demás. Sin embargo, a partir de ese diálogo con Dios, comprendimos que lo que la gente realmente necesitaba, era que la Palabra de Dios llegara a sus corazones para vivir con más gozo, paz y libertad, como verdaderos hijos de Dios.



A partir de ese momento, decidimos empezar un camino formativo como matrimonio misionero.  Nuestros cuatro hijos han crecido en este ambiente de fe y  gracias a Dios, participan activamente en la Familia Misionera Verbum Dei, cada uno a su edad y poniendo al servicio de la Iglesia sus talentos.